jueves, 30 de agosto de 2007

Día 3 – desde 6mi camp hasta Kalualu beach

Las 5 millas que nos quedan se hacen duras porque cada vez el terreno es más complicado. Algunos puntos del recorrido, el sendero es de tan solo unos palmos de roca en un acantilado con una caída de 100 metros hasta el mar. Realmente impresionante, pero el cansancio a veces te impedía disfrutar de todos los detalles. Después de tres días sin higiene y sudando a gotas sin parar, empiezas a darte asco a ti mismo.

Todo cambia al divisar la playa tras ascender una colina de tierra roja. Es el paraíso! Una playa de arena blanca, con agua turquesa, flanqueada por un bosque tropical primero, y acantilados después; con una cascada digna de película y unas grutas misteriosas con agua verdosa y arenas movedizas. Realmente impresionante. Según dicen, uno de los lugares más bellos del mundo.

El mar es muy violento y no puedes meterte más allá de la cintura porque te traga y te absorve. De hecho, no puedes dar la espalda a las olas porque te puede caer una y derribarte. A G, un compañero, le pilló una ola mientras se sacaba una foto y le tiro al suelo, perdiendo las gafas de sol. Precioso de todas formas.

La cascada es brutal, una caída de unos 30 metros y agua de manantial que puedes beber sin tratar –hasta ahora, debíamos tratar químicamente el agua antes de beberla. La laguna también es impresionante, sacada de una novela de piratas que esconden un tesoro.

Esa noche, unos cuantos de nosotros, decidimos dormir en la playa. No he visto tantas estrellas en mi vida. La combinación de cielo despejado, la ausencia total de luz artificial y la cercanía al ecuador hace que se vean millones de estrellas. Creo que estuve más de una hora contemplando el cielo antes de dormirme. Todo ello acompañado del ruído de las olas y de la cascada cayendo. Si la anterior fue una de las peores noches de mi vida, posiblemente esta una de las mejores –en términos de entorno, no de compañía, claro está.

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